D. Pedro Roncero cumple 102 años: “La Vida es hermosa si se vive como debe vivirse”

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Nació D. Pedro un día 1 de abril de 1921 en Membrilla, -en la Calle de las Monjas, que tanto simbolismo iba a tener después en su vida sacerdotal- y parece que fue ayer.

Sin embargo, han pasado 102 años. Todo un siglo convulso plagado de graves acontecimientos históricos e importantes cambios en la sociedad y en la propia Iglesia, que lo acogió ya desde pequeño, cuando sólo era un pequeño y revoltoso monaguillo corriendo por las naves del imponente templo parroquial de Santiago el Mayor.

102 años y me decía ayer: “Fíjate la cantidad de cosas que yo he vivido desde que tengo uso de razón, desde la República y la guerra, el Seminario en Ciudad Real y Pamplona, difíciles transiciones políticas… pero al final, lo importante es pasar la vida para hacer el bien.”

Porque ese es el sentido de la vida y la obra de D. Pedro Roncero aún en su centenario: el Amor. Y lo sigue repitiendo con la misma confianza y la misma certeza: “Mi idea central de mi vida ha sido Vida y Amor. Mi vida es Amor y Vivir es amar. Lo demás es suplementario.”

Celebrará su cumpleaños en su retiro de Puertollano, con su hermana Amparo y rodeado de muchos sobrinos y resobrinos que lo acompañarán en este feliz día. La felicidad, pese a todos los problemas, siempre estuvo presente en su labor y en su día a día. D. Pedro siempre sonríe. Incluso cuando, un poco triste, recuerda a su Membrilla, de la que es Hijo Predilecto, en especial los años dedicados a la parroquia, los primeros como coadjutor y capellán de las Monjas, los últimos años trabajando como sacerdote emérito junto a Eulalio y D. Luis. Recuerda siempre San Lorenzo y Huertezuelas. Recuerda siempre Montiel. Recuerda siempre Herencia.

Evoca muchos casos y muchas intervenciones a favor de gente y familias, en las que echó una mano, sin mirar a quién. En silencio. “Me gusta defender la Verdad, me dice. Seréis libres si somos esclavos de la Verdad.”

Servidor, siempre: “Repito muchas veces: Me hiciste, Señor, para ti e inquieto está mi corazón hasta que descanse en ti. Yo hasta que descanse en el Señor, ya no paro. Y sigo pidiendo por mucha gente, todos los días.”

Con 102 años a las espaldas y pese a los achaques, ahí sigue, con su eterna y divertida sonrisa, soplando velas. Sabio, como todas las personas mayores: “La vida hay que vivirla sorbo a sorbo. Pero si conforme se va pasando la vamos convirtiendo en Amor, tendremos una gran vida, también una gran vida sacerdotal.” Precisamente el próximo Martes Santo, 4 de abril, celebrará sus Bodas de Platino sacerdotales; 75 años de servicio a Dios y a los demás.

Y, para su cumpleaños, siempre generoso, nos regala a nosotros una última reflexión: “Mi vida ha sido una consagración a Dios, como fin principal. Mi vida ha sido procurar evitar el mal y hacer el bien. La vida es hermosa si se vive como debe vivirse. La vida es Amor y el Amor es vivir. Lo demás es mentira.”

Pero sí se guarda un deseo para este día, que nos transmite con su sonrisa de siempre: “Que pidáis todos por este pobre sacerdote.”

Feliz cumpleaños, D. Pedro.

 

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