Madrugada del Viernes Santo: El Encuentro que el barroco trajo a la Semana Santa de Membrilla

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En los albores del siglo XVII se fundaba en Membrilla la Cofradía de Ntro. Padre  Jesús Nazareno que venía a introducir en la Semana Santa local nuevas formas propias del barroco, alejadas ya de los años de disciplinas y flagelantes tras el Concilio de Trento. Un Concilio que promovió, para educar al pueblo llano, la representación de escenas de la Pasión.

Entre las escenas más populares impulsadas por el barroco destacó el Encuentro entre Jesús Nazareno y su Madre en la Calle de la Amargura, camino del Calvario. Como decenas de historias vinculadas a la Pasión y Muerte de Cristo, el Encuentro no nace de fuentes evangélicas, sino de un añadido medieval del Evangelio apócrifo de Nicodemo, conocido como Acta Pilati.

Este evangelio se convierte en la fuente fundamental de la piedad cristiana para narrar los sucesos de la Vía Dolorosa. Así, cuenta cómo un joven discípulo Juan ve salir a Jesús del pretorio, cargado con el madero, camino del Calvario. Y entonces corre a avisar a su madre, a María, que no sabía nada de la condena. La Virgen acudió enseguida a la calle de la Amargura, acompañada del propio Juan y de tres mujeres: María Magdalena, Marta y Salomé. Al paso de la comitiva, el estado del Hijo era tan lamentable después de las horas de la flagelación, que María no pudo reconocerlo y preguntó a Juan  cuál era su hijo. El discípulo le contestó que “el de la corona de espinas”. La Madre, al reconocer a su hijo, “cayó desmayada hacia atrás y estuvo bastante tiempo en el suelo”. Es el momento que la tradición ha llamado “el pasmo de María” y que Trento intentó silenciar, aunque caló profundamente en la memoria popular dando origen a numerosas advocaciones.

Cuenta el evangelio apócrifo cómo, al reanimarse, María comenzó a lanzar exclamaciones estremecedoras y que los judíos intentaron alejarla. Pero ella permaneció firme y continuó junto al discípulo y las mujeres, por la calle de la Amargura, detrás de la dolorosa figura de Jesús Nazareno.

La tradición marca que El Encuentro había tenido lugar a 141 pasos del inicio de la Vía Dolorosa, a falta de 72 pasos para llegar al Calvario, un punto que fue llamado “Pasmo de la Bienaventurada Virgen” y donde Santa Elena levantó la iglesia de la Virgen del Temblor. La escena se incluyó como cuarta estación del antiguo Viacrucis, en los Dolores de Nuestra Señora y por influencia franciscana y servita se difundió por el resto de la cristiandad siendo origen de los Encuentros que pueblan el calendario procesional de la Semana Santa española.

Así llegó a Membrilla, impregnado de barroquismo y devoción popular. La talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de impresionante belleza según las crónicas, reproducía la iconografía más clásica de este Nazareno de principios del barroco: Cristo de pie, caminando doblegado bajo el peso de la cruz, con la cabeza inclinada y sosteniendo con ambas manos el madero. Partía del templo en la Madrugada del Viernes Santo para protagonizar uno de los episodios fundamentales de la Semana Santa local. La importancia de este momento se reflejaba en el hecho de que las cuatro hermandades de la madrugada (Nazareno, Soledad, San Juan y Verónica) procesionasen bajo un mismo estandarte común, hasta los años de la guerra civil.

Impresionante en la madrugada el sonido profundo de la bocina, hoy desaparecida, señalando la salida del Nazareno. Desgarrador y solemne el paso de Ntro. Padre Jesús llevado en andas por las calles de la localidad hasta los pies del convento. Conmovedor el acto de san Juan, reconociendo al amigo y maestro, corriendo a buscar a la Madre. Dramática la mirada negadora de María, que no reconoce al hijo en el cuerpo maltratado bajo el madero.

Serena y entregada la salida del convento de la imagen de la Verónica, encargada de limpiar el rostro del Nazareno. Fuerte y leal la actitud del apóstol, que vuelve a buscar a la Madre.

Tremendo y sobrehumano el dolor en el Encuentro final de la Madre y el Hijo en la calle de la Amargura, desgarrando la Madrugada de Membrilla desde hace al menos tres siglos…

Hoy el Encuentro se muestra algo desfigurado, fruto de revisiones que han resumido la bella historia original de la Madre que encuentra al Hijo gracias a la ayuda de san Juan y la Verónica. 

A pesar de ello, un año más, esta Madrugada caminaremos de nuevo por la Vía Dolorosa tras los pasos del Nazareno.

 

Fdez. Megías

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