Don Pedro Roncero, a sus 101 años: “Estoy siempre contento y alegre porque la vida es alegría.”

D. Pedro Roncero Menchén. (Foto archivo, 2021)

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Hace más de dos décadas que D. Pedro responde igual a la pregunta de cómo se encuentra: “Demasiado bien para la edad que tengo. Me llaman y me dicen, pero D. Pedro si tiene usted la misma voz.” No sé si es consciente de que, pese a los normales problemas de movilidad, la vida le mima con el mismo cuidado que él ha tratado la vida; la suya y la de los demás. Y sí, sigue teniendo la misma voz, el mismo discurso y el mismo carisma sacerdotal que le encumbró como una de las personas más queridas de Membrilla y de las poblaciones en las que ejerció su ministerio, Montiel, Herencia, San Lorenzo, Huertezuelas…

Y todo ello a sus 101 años.

Quién le iba a decir a aquel pequeño infante que nacía en la calle de las Monjas un primero de abril que habría de vivir tantas experiencias, la mayoría de calado bélico: una Guerra Civil cuando apenas era un seminarista, una Guerra Mundial cuando estudiaba en Navarra, y cientos de conflictos más que encogieron su alma a lo largo de todo un siglo hasta los últimos acontecimientos, que le siguen impresionando.

Ante los 101, responde a lo grande, citando a Calderón: “La vida es un sueño que hay que mirar bajo el prisma de la fe, la esperanza y el amor. Mi vida me parece un sueño por todo lo que he pasado, antes y ahora. Lo más grave que he visto con cien años ha sido la guerra de Ucrania y el virus. El virus ha sido tremendo porque ha atacado a todo el mundo.”

El cumpleaños lo pasará con su familia, en Puertollano, y lejos de pensar en sí mismo, ya tiene un deseo de cumpleaños para los vecinos de Membrilla, para los demás: “Con este maremágnum de la guerra y el virus, que aprendan a ser amor para los demás y comprensión para vivir felizmente la vida. ¿Qué sentido tendría la vida sin los otros? La vida es misterio y el amor es vida. La vida crece con el amor.”

Ante los momentos más duros, siempre la esperanza, la fe en Dios. “Yo he tenido siempre presente en mi vida las palabras de Santa Teresa de Jesús:

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,

La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.”

101 años  y en el balance final de su vida como sacerdote, -es el decano de la Diócesis-, una sentencia que ya conocen todos los que le han tratado: “Mi principal misión como sacerdote ha sido querer a la gente, más allá de ideologías.”

Es la máxima que ha regido su camino y con la que quiere ser recordado: “Don Pedro Roncero, sacerdote de Jesucristo, Vida y Amor.”

Y lo explica: “Porque mi vida ha sido el evangelio y, como punto central, el Mandamiento Nuevo, que lo resume todo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado.” Con eso se cumple toda la ley. Es el núcleo, el centro y el corazón de la vida cristiana.”

El mensaje del amor salpica toda la predicación de D. Pedro Roncero, desde la humildad del púlpito de unos pequeños pueblos manchegos. Siempre firme, de voz imponente, pero de hondo calado espiritual. Recto, pero muy divertido. Siempre entregado al prójimo.

“Hay que buscar la santidad en la vida, con naturalidad y sencillez”, apunta, como si fuese fácil, el que es Hijo Predilecto de Membrilla.

Lo extraordinario de su edad le hace reflexionar mucho sobre su vida, sobre todo en un día como hoy. Siempre acude a sus labios esa oración dirigida al Padre: “Y cuando llegue la noche/ y me tengas que pagar/ no preguntes mi salario,/dame tu amor por jornal/que yo te sirvo de balde/y no pido nada más.”

Pero el balance, pese a todo, siempre es positivo:

“Estoy siempre contento y alegre porque la vida es alegría. La muerte es propiamente la vida: en ella está la Resurrección.”

Y así, consejo tras consejo, reflexión tras reflexión, aún tiene memoria para recitarte unos versos de Fray Pedro de los Reyes, del siglo XVI:

 

"Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo de morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
Triste cosa será, pero posible.
¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo."

 

Un poco de locura, sí; también de santidad.

Feliz cumpleaños, D. Pedro.

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