La Belleza

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"En la Antigüedad griega y romana, correspondió a las musas Euterpe y Polimnia el papel de protectoras e inspiradoras de la música y del canto sagrado, respectivamente. Con posterioridad, apareció la figura de Cecilia, joven romana de familia noble convertida al cristianismo y que fue martirizada a finales del siglo II d.C. Fue canonizada por la Iglesia católica en 1594, convirtiéndose en patrona y protectora de los músicos y poetas, especialmente en nuestro país. A pesar de que el patronazgo de Santa Cecilia de Roma sobre la música proceda de una serie de traducciones antiguas y tergiversadas, no cabe duda de que existe un espíritu que alimenta e inspira este arte; un arte que se vive y se siente, que "da nombre a lo innombrable y comunica lo desconocido", como diría el compositor Leonard Bernstein; un arte que expresa las sensaciones y emociones que nacen del alma misma. Recientemente, apareció en televisión un anuncio de una conocida marca de coches, alemana para más señas, en la que se escucha "no es necesario entender la música, sólo sentirla". Permítanme decirles que no estoy de acuerdo con esa afirmación, y probablemente no seré el único en esta sala. La música se siente, por supuesto, pero también se comprende, se analiza, se estudia y se disecciona como si de un extraño ser se tratara. La música se expresa con el lenguaje de los sentimientos pero no podría existir sin la dedicación, el trabajo cotidiano y el amor que los músicos sienten hacia ella."

Con estas palabras de José Antonio Pérez expresaba su homenaje a Santa Cecilia la Asociación Musical Maestro Emilio Cano; un homenaje que quedó rubricado con uno de esos conciertos especiales que emocionan el alma de los asistentes y permanecen en la memoria colectiva largo tiempo.

Abrió el concierto un hermoso pasodoble del Maestro y amigo José Rafael Pascual Vilaplana: Yakka. Pero el punto álgido del concierto llegó en la segunda pieza: Casanova, una obra descriptiva para violoncello y banda para la que contaron con la presencia y admirable interpretación de Ignacio Morales Contreras, que a través del violonchelo solista dio voz a un célebre personaje histórico, Giacomo Casanova, conocido por sus aventuras amorosas así como por sus intrigas palaciegas.

La pieza ha supuesto todo un reto para la banda ya que es la obra de mayor duración, más de 25 minutos, a la que se han enfrentado hasta ahora. Casanova es de una gran belleza pero también tiene una gran complejidad y exige la máxima concentración por parte del solista, del director, de la banda y también del público. En palabras de Gustavo Ramírez, director de la banda, "el resultado fue bastante bueno. Trabajar con Nacho ha sido muy enriquecedor tanto a nivel musical como personal; es muy profesional y accesible. Por otro lado, la reacción del público que llenó la Casa de Cultura (se agotaron todas las entradas y se lo agradecemos) fue espectacular y premiaron a Nacho y a la banda con una gran ovación, a la que el solista correspondió con un bis, un solo para violoncello, que dedicó a sus abuelos sin poder evitar emocionarse, y es que la emoción fue uno de los elementos recurrentes del concierto."

Ammec e Ignacio Morales Contreras. Casanova

Tras el descanso, la Asociación Musical Maestro Emilio Cano interpretó una obertura más típica del repertorio de banda: Poeta y aldeano, de F.V. Supe, en la que el saxo tenor interpretó un bonito solo y los clarinetes llegaron al límite debido a las exigencias técnicas de la pieza.

Luis Cordero, compañero y amigo de Manzanares, deleitó al público con el 2º movimiento del Concierto para oboe de Marcello, música barroca tan impresionantemente bella que logró emocionar hasta las lágrimas a más de una persona del público.

De la Venecia del Barroco la banda de música se desplazó hasta Broadway con El hombre de la Mancha, una selección del musical del mismo nombre en la que destacaron las melodías de las trompas a tres voces que pusieron nuevamente la emoción a flor de piel. Los músicos cerraron su programa con un pasodoble clásico entre los clásicos: Pepita Greus, de Pérez Choví, del que por supuesto destaca el famoso solo que todo buen clarinetista debe tocar al menos una vez en su vida (dicen que es como ir a la Meca) y que esta vez correspondió a Félix, presidente de la Asociación.

Decía en su intervención el propio director de la banda, Gustavo Ramírez, que un gran Maestro le había enseñado que "la Música es un bello edificio que se sustenta en tres pilares: el compositor, que tiene una idea que plasma en una partitura, unos signos en principio carentes de vida hasta que no "caen en manos" del segundo pilar, los interpretes, el Director y la banda. Pero que todo este esfuerzo de creación e interpretación no tendría razón de ser sin el tercer pilar, el público al que va destinada la obra y sin el cual nada de esto tendría sentido."

Y, efectivamente, los músicos de la Ammec construyeron sobre el escenario de la Casa de Cultura un bello edificio. No en vano la belleza había sido el denominador común de todas las obras interpretadas durante la noche; una velada de intensas emociones que cerró, como no podía ser de otro modo, sumando más belleza y sentimiento a un concierto difícil de olvidar: Los músicos interpretaron como bis la balada pop Sueños Rotos, del grupo La Quinta Estación con arreglos para banda de Gustavo Ramírez. Para ello contaron también con la colaboración de Sergio al piano, de Nacho Morales con el violoncello y con la voz, siempre bella, de Inma Cotillas.


"Pienso que una vida dedicada a la música es una vida bellamente empleada, y es a eso a lo que he dedicado la mía".- Lucciano Pavarotti.



 Asociación Musical Maestro Emilio Cano

 

 

 

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